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Depresión, ansiedad, estrés y otros síntomas físicos

Nuestros pensamientos están tejidos con la misma energía que se genera en los circuitos electroquímicos que nutren nuestro cerebro. 

Si estos impulsos energéticos funcionan adecuadamente, podremos disfrutar de un cierto equilibrio de base, aunque si todo dependiera de nuestra maquinaria cuasi perfecta, probablemente no estarías leyendo este artículo.

Complejidad del pensamiento y emociones

Entender cómo pensamos, sentimos, procesamos y (sobre)vivimos es casi tan complejo como explicar los motivos por los que es tan fácil sufrir un desajuste a nivel físico o emocional, o la relación que existe entre ambos. 

Solemos asociar los efectos emocionales a las causas físicas: estoy irascible porque me duele la cabeza, y no viceversa. 

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Es interesante detenerse a entender todos los factores externos que nos afectan en nuestro día a día y cómo ellos pueden indudablemente modificar nuestro estado anímico y, consecuentemente, alterar nuestros procesos biológicos también, con todo lo que ello conlleva.

Trastornos por ansiedad

Una de cada diez personas en nuestro país sufre o ha sufrido ansiedad, estrés o depresión en algún momento de su vida. 

Aunque esto son datos recogidos por la Encuesta Nacional de Salud de España (ESNE) que elabora anualmente el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, basta con prestar algo de atención a nuestro alrededor: es muy probable que todos tengamos algún conocido que esté atravesando un episodio de duelo en estos momentos, aunque, a simple vista, resulte imperceptible.

El impacto de la invisibilidad de los problemas limitantes

Cuando no aparecen síntomas visibles, tendemos a pasar por alto los estragos que pueden derivar de desajustes emocionales. Son invisibles, pero están ahí. 

Este es quizás uno de los retos más significativos a los que nos enfrentamos cuando hablamos del trastorno más generalizado a escala global.

Ansiedad, estrés y calidad de vida

Si bien es normal sentir ansiedad o estrés ante determinadas situaciones, cuando estas emociones se prolongan en el tiempo, y no se tratan, pueden devenir en trastornos mentales mayores, disminuyendo considerablemente la calidad de vida e incluso aumentando el riesgo de sufrir una mortalidad prematura. 

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Para más inri, la mala salud mental impacta de manera indirecta en el desarrollo económico, al disminuir la productividad de las personas y el consumo a nivel social.

La pandemia y el aumento de trastornos por ansiedad

Si a esta realidad, sin contextualizar, le añadimos el filtro de la pandemia de estos últimos tres años, con todas sus tensiones y crisis adheridas, tenemos un caldo de cultivo excelente para el florecimiento del índice de trastornos por ansiedad. 

Tanto, que se estima que estas cifras han aumentado en cerca de un cuarto de la población mundial desde el estallido de la pandemia del nuevo coronavirus en 2019; hablamos de 76 millones más diagnósticos por ansiedad que en años anteriores.

¿Cómo tratar la ansiedad?

Para terminar de aterrizar, hemos de ser conscientes también de que los tratamientos que propone la medicina occidental contemporánea para estos problemas se centran, mayoritariamente, en aliviar los síntomas y, en algunos casos, poner nombre y apellido a las causas que los originan, sin llegar realmente a cortar el problema de raíz y evitar que se reproduzca.

Sin embargo, el Método SOMA contiene los mecanismos y protocolos necesarios para deshacer el germen que desencadena estos patrones de comportamiento. Solo cuando somos capaces de deshacer las conexiones que determinan aquellos procesos que lejos de beneficiarnos nos perjudican, podemos comenzar a hacer una inversión provechosa y eficiente de nuestro gasto energético.

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