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¿Qué dice la ley de causa y efecto?

La ley de causa y efecto es una ley universal y se manifiesta en todos los planos de la realidad, incluyendo el plano físico, mental, emocional, energético y espiritual. Se basa en la idea de que toda acción provoca una reacción, una consecuencia o un resultado: cuando sucede A (causa) como consecuencia sucede B (efecto). Esta noción también tiene su contraparte: todo efecto está causado por una acción previa.

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De dónde viene este concepto

Conocemos esta ley porque se ha utilizado, a veces de forma un tanto superficial, en los principios de la manifestación. El famoso libro “El secreto” nos acercó a este concepto, lo que permitió que ampliáramos la mirada hacia nuestra realidad visible, contemplando la posibilidad de que tuviera una causa no visible.

Desafortunadamente, muchas personas han cedido una esfera mayor aún de poder sobre su propia realidad, al conocer esta ley, ya que, al no ser capaces de identificar la causa invisible, ni cambiarla, se deja en manos de la “suerte” o el “destino”, el “Universo”, o la casualidad.

Cuál es el verdadero origen de la ley de Causa y Efecto

Sin embargo, es la causalidad, la que opera en nuestra vida. La ley de Causa Efecto lo que indica es que aunque no veamos el origen claro de una situación, porque sus raíces se hunden en lo más profundo del subconsciente, todo lo que nos ocurre está originado por algo, y si queremos deshacernos del efecto, necesitamos siempre actuar sobre la causa.

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Y actuar implica ser sujetos responsables, y no meras víctimas de las circunstancias, movidas por los hilos invisibles del destino. Si la ley indica que hay una causa para todo lo que te ocurre y que no te gusta, la consecuencia lógica de este axioma es: ¿cómo puedo llegar a esa causa original y eliminarla?

Qué técnica puedo aplicar para llegar a la causa original y eliminarla

El Método SOMA® desprograma la causa que genera los efectos no deseados en nuestra vida, sean estos una enfermedad, un problema de salud mental o un bloqueo en áreas de vida, de tal forma que estos efectos cesarán de repetirse.

Estos efectos a veces remiten de forma casi automática, y en otras ocasiones, cuando hay daños generados a lo largo de los años, será necesario un tiempo de recuperación biológica de estos efectos. Esto es así porque, aunque haya cesado la causa, todavía nuestro sistema necesitará ocuparse de reparar y reconstruir.

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Esto funciona así en todos los niveles de la existencia. Cuando una causa cesa, por ejemplo, cuando cesa una erupción volcánica, el avance de la destrucción se paraliza, pero llevará meses, incluso años, reparar lo quemado. Lo mismo ocurre en nuestro cuerpo, ya que la eliminación de la causa de una enfermedad degenerativa hará que se frene el avance, pero todavía será necesario reparar los daños ocasionados.

Lo que está claro es que, si no actuamos sobre la causa, cualquier actuación sobre los efectos va a ser ineficaz y frustrante. 

Como decía Aristóteles, no se puede desatar un nudo, sin saber cómo está hecho.

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