Después de 14 años, más de 32.000 pacientes tratados y 20 ediciones de la formación, este año , Sara Romerodeja de ofrecer Consultas y pasa a concentrar su tiempo y energía en la divulgación y expansión internacional del Método SOMA.

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Víctima en el trabajo

En un mundo en constante evolución,cada vez son mayores los desafíos que nos encontramos tanto en nuestra vida personal como en la laboral. 

Uno de los aspectos más intrigantes de nuestra psicología humana es cómo, a menudo, nos beneficiamos falsamente al adoptar el papel de víctimas, especialmente en el ámbito laboral. 

El programa de víctima se manifiesta cuando nos sentimos desempoderados y atribuimos todas las circunstancias negativas a factores externos de nuestra vida, lo cual es capaz de influir significativamente en nuestro desarrollo personal y profesional, ya que nos desincentiva y nos deja sin ganas de esforzarnos por mejorar. 

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Es posible que te estés sintiendo sin recursos, que sientas que son las circunstancias externas las que te dictan la vida y que todo te está pasando a ti. Este es, de nuevo, el programa de víctima. Tendemos a no verlo ni identificar cuando lo estamos sufriendo, pero ya es hora de explorar por qué nos aferramos a él y cómo desvincularnos de esta mentalidad.

¿Qué es el programa de víctima y por qué nos cuesta tanto liberarnos de él?

Cuando hablamos del programa de víctima, este se expresa de forma muy diferente en diferentes culturas. La cultura anglosajona, por ejemplo, es claramente una cultura del éxito, donde las personas sienten admiración e inspiración por aquellos que triunfan.

Sin embargo, en nuestra cultura hispánica, de profundas raíces judeocristianas, donde, recordemos, brillar y destacar ha sido incluso peligroso en algunas etapas de nuestra historia, el programa de víctima está profundamente extendido y arraigado en nuestra sociedad. 

De la Queja a la Transformación

Pero, ¿por qué nos resulta tan difícil liberarnos de este patrón mental? La respuesta radica en una idea errónea sobre la asertividad y la responsabilidad. Muchos de nosotros creemos que si estamos siendo afectados negativamente por algo o alguien, nuestra única opción es quejarnos y señalar a los culpables en vez de comprender la realidad de la situación y aceptar nuestra responsabilidad. Esta percepción errónea de la asertividad nos lleva a abrazar la mentalidad de víctima sin siquiera darnos cuenta de ello.

Además, el programa de víctima nos hace sentir importantes y, a la vez, nos exime de tomar responsabilidad en lo que nos está ocurriendo. Si pensamos, por ejemplo, que la empresa en la que trabajamos tiene una cultura empresarial nefasta, es más sencillo quejarse que esforzarse en contribuir a cambiarla. 

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Recuerda que el ambiente laboral lo creamos entre todos, y si se extiende la apatía y la queja en tu lugar de trabajo, esto no va a permitir  ningún cambio positivo.

La trampa de sentirnos autorizados como víctimas

Una vez atrapados en el programa de víctima, no solo nos quejamos constantemente, sino que también nos sentimos autorizados a hacerlo. Además de víctima, me quejo porque tengo el poder de hacerlo.

Esta sensación de autorización puede llevarnos a culpar a otros y a creer que merecemos una indemnización por las dificultades que enfrentamos. Sin embargo, esta actitud no solo es perjudicial para nuestra propia salud mental, sino que también puede dañar nuestras relaciones laborales y personales.

En el programa de víctima siempre hay implícito un juicio hacia el exterior, hacia los otros, hacia el entorno. Pero falta la visión interior. Nos olvidamos de analizar también nuestra contribución a las circunstancias y, por tanto, nuestras posibilidades de cambiar el entorno.

La relación entre la mentalidad de víctima y las circunstancias

Cuando adoptamos la mentalidad de víctima, tendemos a ver las circunstancias como el principal factor determinante de nuestra vida. Te seguirán pasando cosas mientras tú sigas en esta idea de que es el exterior el culpable y de que son las circunstancias las que dirigen tu vida.

Este enfoque externalista nos hace creer que no tenemos control sobre nuestra propia situación y que nuestras vidas están a merced de fuerzas externas. Pero, ¿es realmente así? ¿Son las circunstancias las que gobiernan nuestra vida laboral y personal?

La realidad es negociable, y nuestra posición también. Si no estás satisfecho con tu puesto de trabajo o tus atribuciones, nada va a cambiar si tú no lo expresas, y lo solicitas. 

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Si no te gusta el ambiente laboral, recuerda que puedes contribuir positivamente, con ideas, dinámicas y propuestas a la empresa, que seguro serán bienvenidas y tenidas en cuenta.

El exterior como reflejo del interior

Una verdad fundamental que debemos recordar es que el exterior es un reflejo de nuestro interior. A menudo, las circunstancias que enfrentamos son oportunidades disfrazadas de desafíos. Estas situaciones difíciles pueden ser catalizadoras para el crecimiento personal y profesional, pero solo si las abordamos con una mentalidad positiva y proactiva. 

Muchas veces, las circunstancias se presentan de esta manera para enseñarnos lecciones valiosas y para despertar recursos internos que ni siquiera sabíamos que teníamos.

Empoderamiento Personal: Superando la Queja

En todo caso, en cada situación en la que nos estamos quejando, nada va a cambiar. Gastamos energía en hablar, pero no en pensar posibles estrategias para mejorar la situación. Tal vez creamos que no tenemos capacidad ni recursos en nosotros mismos, para impactar en el exterior pero, si buscas y analizas, te darás cuenta de que siempre hay algo que puedas hacer o decir para mejorar tu entorno laboral y personal.

Desde el Método SOMA, estamos convencidos de que la tendencia a beneficiarnos falsamente de ser víctimas en nuestro trabajo y en la vida en general es un obstáculo que debemos superar para alcanzar nuestro potencial completo. Esto es fundamental, porque si en el trabajo no somos proactivos, esta actitud terminará por afectar también a nuestra vida personal.

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El programa de víctima puede mantenernos atrapados en un ciclo de quejas y resentimiento, impidiéndonos tomar el control de nuestras vidas y aprovechar las oportunidades que se nos presentan. Si observas en ti estos patrones limitantes y ya no los quieres más, ¡decídete a quitarte la máscara de víctima!.

Si te ha resultado interesante este artículo, puedes ver el video de Sara Romero, creadora del Método SOMA hablando sobre el programa de víctima

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