Problemas recurrentes
Desde la perspectiva del Método SOMA, definimos los problemas como cualquier situación negativa que se repite de manera sistemática a lo largo de nuestra vida. Da lo mismo que estos problemas se repitan cada varios años, cada cambio de estación, o a diario, desde que te acuestas hasta que te levantas.
Y da lo mismo que lo que se repita sea un dolor físico, emocional o un problema de vida. Lo cierto es que, cuando algo sigue molestando e incomodando, es un claro indicador de que no está resuelto.
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En todos los casos, estos problemas recurrentes están relacionados con programas mentales que tenemos arraigados en nuestra mente, a veces en lo más profundo de nuestro subconsciente, y que obstaculizan nuestro progreso tanto en lo personal como en lo profesional.
Cómo funciona el Método SOMA
El Método SOMA aborda estos problemas o síntomas recurrentes desde tres perspectivas: su origen, las emociones asociadas y el programa en sí.
Atendiendo al origen, estos programas pueden surgir de diversas fuentes, como factores culturales, familiares o experiencias personales. Aunque no todos estos programas son adquiridos, sino que algunos son heredados por vía genética, es importante destacar que, a excepción de los básicos como el de supervivencia, todos ellos pueden ser modificados, remplazados o eliminados, en función de nuestros intereses.
Para explicar esto, resulta útil comparar el funcionamiento de nuestro cerebro con el de un ordenador. Dependiendo de nuestro entorno, vivencias y necesidades decidimos instalar unos programas u otros. El Método SOMA es la técnica que nos permite optimizar el sistema operativo del ordenador de nuestra mente.
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Gracias a él, podemos identificar las emociones relacionadas con los programas limitantes de nuestra vida y sustituirlos por otros que si nos beneficien.
Neuroplasticidad
En la entrevista mantenida con la prestigiosa Doctora Ainhoa de Federico, creadora del método de visión natural Volver A Ver Claro, se debatió además, sobre la neuroplasticidad, la cual se refiere a la capacidad del cerebro para reorganizarse y adaptarse a lo largo de la vida.
Nuestras experiencias, cultura y entorno de origen influyen profundamente en nuestro cerebro y por ende en los programas que nos encaminan en una dirección o en otra.
Experiencias positivas y enriquecedoras fomentan conexiones neuronales saludables y una mayor plasticidad, mientras que experiencias traumáticas o estresantes pueden afectar dichas conexiones negativamente, contribuyendo a trastornos mentales.
El lugar de nacimiento y la cultura que nos rodea nos moldean desde pequeños. Nos forma nuestras creencias, valores y percepciones formando en conjunto los programas que mencionábamos arriba.
Un obstáculo clave para el cerebro es la afirmación de todo lo que ponemos a continuación de “Yo soy”, que define no quiénes somos actualmente, sino quiénes éramos en el pasado. Todo lo que no sea parte de nuestro ser más fundamental puede modificarse, y el uso de afirmaciones como “yo soy” puede limitarnos en la vida.
Como nuestras emociones nos enferman.
La relación entre las emociones y la visión es significativa y está sobradamente contrastada y demostrada científicamente, mediante estudios que se remontan a más de un siglo. Según la Dra. Ainhoa de Federico, el 80% de los problemas visuales tienen una base en las emociones y comportamientos habituales de la persona.
La gestión emocional y mental adecuada, junto al cambio de hábitos, pueden conducir a mejoras significativas en la salud visual.
Sin embargo, el estrés crónico y la ansiedad pueden aumentar exponencialmente el riesgo de trastornos visuales, como el glaucoma. Además, el estado emocional suele afectar negativamente a la agudeza visual, ya que el miedo y la tristeza ocasionan que se pueda reducir temporalmente la percepción de detalles visuales.
Se estima que aproximadamente el 75% de las visitas al oftalmólogo están relacionadas con el estrés visual, a menudo agravado por factores emocionales. La probabilidad de mejorar la visión de manera natural a través de un control sano de las emociones y de unos hábitos saludables de este sentido es muy alta.
En resumen, el manejo adecuado de las emociones es esencial para mantener una visión saludable, y el estrés puede ser un factor crucial en la salud visual.
Desde la perspectiva del Método SOMA, se ha corroborado en numerosos casos una mejora significativa de la visión, que en algunos casos ha eliminado la necesidad de usar lentes correctoras. Fueron estos resultados no buscados, ni esperados, ya que se estaban tratando temas relacionados con el stress y las emociones negativas en los citados pacientes los que generaron la necesidad de poner en común experiencias y aprendizajes.
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Este texto es solo una píldora que hemos extraído de la charla que tuvieron Sara Romero, creadora del Método SOMA y Ainhoa de Federico, creadora del método Volver a Ver Claro. Puedes ver la charla entera en el siguiente video.
